En Jallalla la voz de Evo Morales no acompaña su imagen, van desacopladas. Ese recurso que responde al cine moderno (el acto de la palabra se convierte en una imagen acústica autónoma) tiene un fundamento político: la voz de Evo ya no le pertenece, las palabras ya no son suyas. Fidalgo va jugando con el color y el blanco y negro de las imágenes. La vitalidad del color está anclado al presente del film, el subtexto es el blanco y negro: la larga espera y el tiempo. La belleza de esta película es inagotable; encontró su forma justa (como  exactitud y justicia).
Fragmento de El ensayo a la búsqueda de la imagen, por Vanina Escales